miércoles, 24 de octubre de 2007

el tahur, de los Tigres del Norte

Esta canción describe la historia de un tahur que "jugaba legal". Es una bonita historia que ilustra hasta qué punto llevan la honra los hombres mejicanos de pelo en pecho, (pecho, mostacho, piernas, cabeza, etc, que son como hombrelobos).
Este lechón jugaba legal y sabía perder o ganar. Pero una joven hermosa le llegó al corazón etc. No entiendo lo de "pero"; parece que al entrar la joven hermosa en escena el martín estrada contreras va a perder la facultad de perder o ganar, o de jugar legal... Pero dejemos que continúe la historia.
Entonces, una vez casado, le llega al pueblo un fuerano que vino a jugar con martín, y que le hizo perder todo. Ya no tenía que apostar (...) martín contesta sereno "te apostaré a mi mujer". He aquí que, con dos cojones como cubos de rubik, el artista este implica a la hermosa muchacha y dispone de ella como si fuese una figura de Lladró. Por supuesto la bestia parda pierde y se ve obligado a entregar a su mujer. Como es un Hombre con mayúscula corre y se trae a la pava, que es un títere sin vida ni sangre y, antes de entregársela como si fuera una cosa, le descerraja un tiro para darla muerta.
La canción dice que nada más acabar la partida Martín salió como un rayo y en dos horas regresó (o vivía lejos o le costó un rato convencer a la mosca muerta de que se dejase rematar) su esposa iba a su lado todo en silencio quedó "pa mi las deudas de juego son siempre deudas de honor, te entrego lo que más quiero pero te la entrego muerta aunque me destroza el alma de sentimiento y dolor. Y llegado a este punto de la canción pienso yo si tendrá cara el hijo puta, que entrega por la fuerza a su mujer como si no tuviese albedrío, para que disponga de ella uno que no conoce de nada. Y por si esto no es suficientemente increíble, además le mete un tiro. Voy a intentar analizar esto. Lo primero es que la hermosa chica ES una figura de Lladró; el tahur dispone de ella como de cualquier objeto. Pero quizá no como un objeto cualquiera, sino uno al que se tiene un cierto aprecio porque nos da un buen servicio (rebajar la presión del aceite, supongo en este caso). Y de rabia por quedarse sin la funda caliente para su nabo va y le pega un tiro (pues ahora ni pa ti ni pa mí). La caradura es de Oscar.
Por fortuna, al final lo arregla todo metiéndose a sí mismo otro tiro, con lo cual ya elimina cualquier posibilidad de que la cosa tenga sentido. Si se va a matar ¿por qué cojones mete por medio a la pobre chica? No entiendo eso del honor póstumo; ¿qué más le dará irse al otro barrio con más o menos honra, para lo que le va a valer en el cementerio? O sea, que mata a la chica por el morro.
Un hijo de la gran puta, ludópata, machista, cruel e inhumano. Y tonto, además.
Y nótese lo épica que les parece a los intérpretes la burramia e ideputez del martín este, y lo orgulloso que todo el mundo está de tanta hombría.

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